Esta semana ocurrió algo muy emocionante para mí y mi país. Un venezolano, Rubén Limardo, ganó una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres. La medalla la ganó en la disciplina de espada individual de esgrima.
Ésta fue la segunda medalla de oro de mi país en toda la historia de los juegos. La segunda.
Te podrás imaginar la emoción. Mi página de Facebook estaba llena de fotos donde mis amigos venezolanos disfrutaban y compartían con orgullo nuestra primera gran victoria en mucho tiempo. Las noticias, los noticieros digitales y Twitter rondaba alrededor de Rubén. Muy emocionante.
Ese mismo día, países como Estados Unidos, China, Japón y Francia ganaron múltiples medallas. Cuando conversaba con amigos de esos países, no sentía que tenían la misma emoción que los venezolanos. Es de entender, ellos siempre ganan muchas medallas… ya es costumbre.
Recuerdo como si fuera ayer la inmensa emoción que tenía cuando me compré mi primera bicicleta, mi primer carro, recibí mi primer pago, alquilé mi primer apartamento y compré mi primera casa… recuerdo ese día y la emoción que sentía. Me sentía tan lleno de gratitud y de felicidad.
Pero al tiempo mi bicicleta sólo era una bicicleta tirada en una esquina, mi carro sólo era un carro, mi salario ahora era insuficiente y todo lo demás era tan sólo… todo lo demás.
Recuerdo también cuando me pude comprar mi primer buen carro, que no se accidentara en cada esquina, con aire acondicionado… si… con aire acondicionado. Recuerdo cómo disfrutaba el aire frío en mi auto en un día caluroso. Nuevamente me sentía tan agradecido.
Luego de algún tiempo te acostumbras a comer en restaurantes, tener carros buenos (con aire acondicionado), apartamentos o casas hermosas. Simplemente te acostumbras.
Y así como acumulamos cosas y logramos metas también puede ser que perdamos algo en el camino…
Puede ser que perdamos el sentido abrumador de gratitud que una vez tuvimos. Que perdamos esa conexión con el ahora. Que perdamos la convicción en nuestro corazón de que todo es un regalo.
El éxito puede ser peligroso ¿no crees?
Obtenemos todo lo que queríamos, sólo para darnos cuenta que nos hace falta algo que antes tuvimos.*
Es por ello que las personas que van a misiones, que ayudan a otros, que se entregan por los que sufren, siempre vuelven mucho más llenos que cuando salieron. Las experiencias como ésta les hacen recordar la felicidad y el gozo que sentían antes cuando no lo tenían todo.
Tú eres o vas a ser exitoso. Si persistes y luchas por tu sueño lo vas a lograr. Sea cual sea, un día vas a llegar y vas a comprar tu carro, tu casa, vas a viajar, vas a poder dar generosamente a otros. Un día vas a ser exitoso. El peligro está en que cuando llegues puedes olvidar lo que era cuando no tenías. Puede ser que olvides la convicción de que todo es un regalo y pierdas la plenitud que una vez tuviste.
Cuando trabajamos para dar agua a las personas que no tienen agua limpia para beber, no sólo es para ayudarlos a ellos, sino para recordarnos constantemente del regalo que significa tener agua limpia a nuestro alcance día a día.*
No importa que tanto tengas, que tan lejos llegues o cuantas medallas tu país haya ganado. No pierdas la emoción sentiste la primera vez… el día que alcanzaste tu primera pequeña victoria, la emoción que sentiste el día que ganaste tu primera medalla.
*Cita de Rob Bell. NOOMA. Corner.
gracias por la publicación…siempre es bueno hacerlo para que las personas nos acordemos de donde venimos y a donde vamos! 😀
Gracias Eddy, agradecido de que te gustara.
Excelente artículo. Se le felicita y se le agradece. Saludos desde La Ceiba, Honduras.
Gracias mi hermano por el articulo, estoy escribiendo mi segundo libro titulado Identidad de Éxito y busque y te hallé y me parece muy interesante. También soy venezolano y estoy empezando cómo escritor mi primer libro está en Amazon y se titula “El éxito más allá de la mente “un abrazo de paisano